SAN ISIDRO, EL PATRON DE LOS VAGOS

El martes fue San Isidro Labrador. No nos importaría un comino si no fuera porque al ser el patrón de Madrid nos dan fiesta a todos y nadie trabaja. Es el único patrón por el que la fiesta es merecida porque mientras los santos de verdad se entregaban a fondo, hacían milagros y eran torturados nuestro querido Isidro era un vago de mucho cuidado así que parece justo que para celebrarlo no demos ninguno palo al agua.

Fueron dos las veces que otros peones, según las malas lenguas llenos de envidia, lo acusaron ante el dueño de que trabajaba menos que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. Es decir, pillaron su excusa barata mientras ellos se eslomaban currando como bestias mientras el nene llegaba tarde por las mañanas. Para hablar claro, según todos los estatutos de los trabajadores el tipo podía ser amonestado y sancionado por ausentismo, abandono del trabajo y bajo rendimiento. El señor Vargas, uno de sus contratantes, se fue a observar el campo a las seis de la mañana (hora en que se fichaba oficialmente) y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros pero que mientras Isidro oía misa (versión oficial de la iglesia) o dormía (versión mucho mas creíble), un personaje invisible (a ellos les gusta llamarle ángel y a mi mucha suerte) ayudaba a los bueyes a arar su campo.

Otro de los milagros fue la salvación de su hijo cuando cayó al pozo. ¿Qué estaba haciendo ese buen hombre en lugar de atenderlo? Pues en lugar de pensar como bajar a ayudarlo para rescatarlo el menda se puso a rezar con su esposa. ¡Era tan vago que ni salio corriendo a buscar ayuda! y por vete tu a saber que movimiento sísmico milagroso las aguas del pozo fueron subiendo y apareció la canasta con el niño tan tranquilo. Y como los madrileños somos tan listos todos los años vamos al dichoso pozo a beber el agua milagrosa que sabe a cuerno quemado y no pasa control de calidad de sanidad ni con ayuda de otro milagro, además los más sádicos la compran más cara incluso que si fuera de Solan de Cabras. Por supuesto no podéis olvidar que su mujer también fue Santa y patrona de esta Villa conocida como Santa Maria de la Cabeza (desconozco la procedencia del sobrenombre pero sin duda tengo varias hipótesis muy interesantes) y al niño en cuestión también le hicieron santo, para que todo quedase en familia.

En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y mucha caridad con el prójimo, murió santamente y sin molestar a los 90 años porque se había cuidado mucho no doblando el espinazo ni a la de tres.

A los 43 años de haber sido sepultado en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto, como si estuviera recién muerto. Las gentes consideraron esto como un milagro aunque entonces debo confesar que mi abuelo que en paz descanse debe ser también nombrado santo pues la momificación es la mar de habitual.

El rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos dijeron que se moriría de aquella enfermedad. Entonces sacaron los restos de San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del cementerio. Y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue la fiebre y al llegar junto a él los restos del santo se le fue por completo la enfermedad. Felipe murió en Madrid, el 31 de marzo de 1621, a causa de fiebres y erisipela discrepan los historiadores pero duro lo suficiente para canonizar a San Isidro y estiró la pata...

Y para los que desconocen lo que hacemos los de Madrid para celebrar la vida y milagros de este santo la cosa es bien sencilla. De base se recortan los horarios laborales toda la semana, centros oficiales cerrados por la tarde. Después nos vamos de puente si procede y pasamos de todo o en su defecto nos dejamos caer por La Pradera donde esta la ermita donde el tipo se escaqueaba y los mas arriesgados deleitan sus papilas gustativas con el agua del pozo antes mencionado.

Los menos exóticos imitan la postura favorita de Isidro tirándose en la Pradera donde se montan cada año espectáculos de diversa índole (este año la actuación estelar de Isabel Pantoja nótese la diferencia con el hacer el vago que retrataba Goya, al menos ahora te puedes reir) y nos ponemos hasta arriba de rosquillas listas, tontas y de Santa Clara.

Otra costumbre es la de disfrazar a todo niño menor de 10 años de Chulapo y enseñarle a bailar el chotis. Es una insana afición de los padres que deja fotos humillantes para toda la vida. Y a la que el niño pone fin cuando se da cuenta de que haces el ridículo ¿O acaso no tenéis vosotros también una de estas?

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1 Comentarios

  1. Hermosa foto, sí señor.

    Ahí ya se aprecia la sutil gracia femenina que años más tarde sería tu seña de identidad.

    A mí me vestían de aldeano, que es más paleto.

    A veces creo que la gente tiene hijos sólo para disfrazarles.

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