EL GRAN MISTERIO DE LA DEPILACIÓN

Este escrito va a desvelar datos que han permanecido ocultos durante generaciones pero que debido a su importancia deben ver la luz. El contenido de este documento puede dañar la sensibilidad de los hombres, que viviendo en la ignorancia, desconocen la profundidad de los hechos que se proceden a narrar.

Por cuestiones que no vienen al caso esta semana he tenido que comprarme una depiladora nueva. La única operativa que hay en casa es un aparato compuesto por muelles giratorios que parece más un instrumento de tortura de la inquisición española que un objeto de aseo y cuidado femenino.

Cuando he visto el precio de los nuevos y vistosos aparatos me ha entrado un gran mareo. Bien es cierto que ahora parecen consoladores gigantes con lujosos colores, acabados brillantes y un montón de accesorios de tortura, dícese, cabezales de corte para axilas o línea del bikini, pero el hecho es que a pesar de su apariencia inofensiva siguen siendo auténticos instrumentos para infligir dolor a las féminas.

Eso sí, ahora lo maquillan, en algunas sostienen que poseen un depósito de hielo para dormir los nervios y que la molestia sea menor. Supongo que en la caja vendrán con un antigripal para corregir el claro efecto secundario de embadurnarte con hielo en pleno invierno. Otras tienen pomadas y cremitas de todo tipo de las cuales sólo viene la muestra del paquete y una vez terminado será como esos ambientadores recargables: nunca encontraremos un repuesto. Y por supuesto sin bajar de los cien euros.

Me viene a la mente la escena de tortura de Casino Royale. El pobre Daniel Craig en pelotas atado a una silla mientras un señor muy malo le atizaba con un látigo en sus bolsas escrotales con mucha mala chufa… Pues eso no es nada en comparación con pasar uno de estos artilugios por la axila y sentir como si un chino enano intentar arrancarte cada pelo con pequeños tirones.

Si, queridos míos, ese mito de que a las mujeres les gusta depilarse para estar guapas es una vulgar falacia. En invierno con el frío nos gustaría hacer lo mismo que los hombres, es decir, dejarnos crecer el vello en las piernas para propiciar un efecto aislante tipo oso y no pasar frío. ¿No es sexy la imagen de una bella modelo alemana haciéndose trencitas en las pantorrillas? ¡¡Pues prueba a hacerte la cera en la ingle!!

Porque aunque en los anuncios de depilación las chicas sonrían mientras quitan todos los pelillos de sus piernecitas (depiladas con láser previamente, claro) en realidad están vendiendo una ilusión. La cruda verdad es que las mujeres cuando se encierran en el baño para arreglarse sufren torturas que cualquier cobarde masculino no soportaría: abrasarse con cera hirviendo, arrancar el pelo de las cejas con unas pincitas que provocan dolor e infecciones, pegar tirones en partes del cuerpo donde, creedme, nunca debería haber crecido nada de nada. Y todo esto ¿Para qué?

Porque la triste realidad es que nosotras, las solteras, pasamos por las penurias citadas sin tener ninguna de las recompensas de las emparejadas. La única conclusión a la que llegas es que nos gusta el sadomasoquismo e infringimos dolor así, gratuitamente, y lo peor… ¡¡Pagamos por ello!! La culpa de todo esto la tiene las egipcias. Las muy sádicas instauraron esta práctica de automutilación y usaban para ello ungüentos con sangre de animales, caparazones de tortuga y grasa de hipopótamo.

No sé si dolería menos pero ¡Caray! Menudo asquito me da pensarlo.

Las estadísticas son claras:

El 55% de las mujeres adultas y el 74% de las jóvenes solo se depila cuando hace calor.

Es decir, en invierno los vaqueros son la salvación de las solteras del mundo. El calor, que incita a ser ligeras de ropa y de cascos lleva a autocastigarse más a menudo aunque la excusa de “por si acaso” empieza a parecerme a estas alturas un poco ridícula.

Pido por favor que si alguien tiene alguna intención deshonesta simplemente informe con anterioridad para valorar el trasquilar los mechones escondidos debajo de la ropa y ahorrar sufrimiento a todas las mujeres del mundo.



Y si no… ¡Igualdad de géneros en la eliminación del exceso de vello! ¡Ea!