Yo, que a veces soy muy cumplida, después de haber sido invitada trescientos millones de veces por mi amigo con poco pelo y mi simpática colega de Cádiz (que no de Tarifa) finalmente, y a pesar de mi poco amor por las ciudades pequeñas con verde y ovejas, decidí hacer una inaudita escapada. Parte de la gracia del asunto era que coordinada con Juanjo debía llegar a los aledaños de su vivienda para sorprender a la atribulada andaluza antes de que pudiera recordar lo terriblemente cansada que es mi presencia.
Es muy bonito ver como te reciben los amigos. Ya se sabe, con pancartas, besos, abrazos, lagrimas en los ojos. O como en este caso con cara de mala uva y expresando su sorpresa con un poco cariñoso: “¿Y tú qué haces aquí?”. A pesar de ello y por miedo a tener que dormir en la calle dos días decidimos dar un tiempo de reacción a Rocío que empeoró las cosas al recordar mis plannigs y su frase fue completada con un dilapidario: “¿Y cuando dices que te vas?”. ¡Ten amigos para esto!.
Después de media hora de labores detectivescas de Rocío uniendo cabos sobre las preguntas de su novio sobre paradas de autobús y planes fiesteros de fin de semana llegó a la conclusión lógica de que somos unos maestros del engaño. Aunque para ser totalmente justos hay que decir que cuando a una mujer su novio la deja tirada un viernes a las once para irse al “trabajo” quizás debería ser un poco más suspicaz.
Cumpliendo la dolorosa promesa de no hacer ningún tipo de planes para la visita y dejar que “me llevasen” donde quisieran. El sábado acabamos visitando todas las tiendas de Dublín acompañadas, como no, por ocasionales Guinness y algún simpático accidente con alcohólicos nativos que se pegaban en los bares guarrazos contra el suelo. Aunque hay rumores de que compré mucho ese día son todo falsedades. Nota mental, llevar la próxima vez una bolsa de mano extra para el regreso.
El sábado hicimos parada y sosta en una obra de teatro que merece por méritos propios, y de sus espectadores, su propio post, y el domingo decidimos ir a ver a las focas. Seamos sinceros, a mí me convencieron para ir a Howth sólo y exclusivamente cuando me dijeron que había simpáticas foquitas grises en los alrededores.
Aunque eso fue antes de tener el placer de degustar el Muffin de tres chocolates más gigantesco y delicioso de la historia de la humanidad mientras Rocío me animaba a ligar con españoles que vendían joyas y cuya orientación sexual sigue sin estar clara hasta la fecha.
Tras otra comida copiosa en un pub, gran costumbre, regresamos a la civilización justos para… ¡¡Más compras!!
Momento en que decidí usar la tarjeta de crédito para empezar a lamentarme el mes que viene de los excesos de este. En mi defensa diré que no es mi culpa encontrar regalos navideños para mí misma y mis semejantes den Dublín mucho más fácilmente que en España.
Este es el día que recordaré por siempre al cumplir mi sueño… SER EXPULSADA DEL HMV.
Si, tras una larga búsqueda infructuosa pregunté a una simpática muchacha que me dio el objeto que hará las delicias y las envidias de todo Friki lector. La edición especial de SPACED, si no sabes de lo que hablo castigado sin respirar quince minutos. Y claro, ante la emoción no me percaté que no quedaba nadie en la tienda. Me tuvieron que abrir la caja para cobrarme y el gorila de la puerta me miró con odio profundo mientras yo rebosaba satisfacción por tremendo logro.
Para completar la friki velada nada mejor que ver la última peli de Kevin Smith, porque una no es de piedra y al ver los estrenos de la cartelera irlandesa no tuvo dudas sobre la peli elegida.
Para desgracia del trabajador eventual el lunes había que currar así que tras un corto y poco reparador sueño fui de madrugada al aeropuerto contenta porque por las horas del vuelo, salía a las ocho de la mañana el aeropuerto era un lugar seguro y sin riesgo de compras. Mi gozo en un pozo. Tras pasar los controles pertinentes el primer sonido que oigo es el de un cierre al abrirse y así, a mi paso, como si fuera una película todas las tiendas levantaban los portones y sacaban sus mostradores con ofertas brillantes. No quiero describir lo que sucedió a continuación. Sólo decir que no rompí la tradición de tomar un Funge de chocolate blanco en Buttlers, como cada vez que piso Irlanda y que acabé con cierto "equipaje de mano".
2 Comentarios
Aii Anni!! Me hiciste reír!!
ResponderEliminarSos como yo, nos quema el dinero.
Pero para eso está, físicamente o virtualmente (en la tarjeta), para ser usado.
Lindas las fotitos.
Abrazo!!
Rod
Primero: no era cala de mala uva... era de estupefaccion total. Reconoci tu voz,pero no la ubicaba en Dublin... :P
ResponderEliminarLa sorpresa molo mogollon,que lo sepas... :D
Segundo: Que mi novio se vaya a esas horas a la oficina me extrango (maldicion,este portatil no tiene ni tildes ni enes). Era solo que confio lo bastante en el como para no hacer preguntas si me dice que tiene que ir a la oficina... ya sa sabe: identidades falsas, meses fuera de casa en proyectos secretos... esas cosas de su empresa.(he aprendido a no preguntar... :P)
Tercero: Yo ya te dije que el aeropuerto tiene mucha vida por la manana.. hay mas gente a la hora que tu te fuiste que a mediodia... ;)
Pero como siempre no me creiste... XD