
Pues eso, que me encontraba yo con medio cuerpo dentro de una de las mesas de ofertas de sujetadores cuando oigo a mis espaldas una voz vagamente familiar:
-¿Ana?
Con el miedo incrustado en la garganta salgo del montón de ropa interior y me quedo plantada con cinco sujetadores en una mano y tres bragas (si, alguna, he de reconocerlo, eran fajas a lo Bidget Jones) para encontrarme de cara con la peor cosa que te puedes encontrar en esta situación: un Ex.

En esos cinco segundos, los más largos e incómodos de mi vida, me observé como en una película, desde el techo del centro comercial esperando que algo, cualquier cosa, rompiera el silencio.
- Me gusta el rojo.
¿Será posible? En los hombres el don de la inoportunidad es aún más fuerte que el de las marujas de rebajas. Esa frase no es la más adecuada para salir de una situación incómoda, al contrario, fomenta un deseo inmediato de arrojar cualquier objeto contundente contra la cara del desdichado Ex para hacerle notar lo mucho que importa su gusto en lencería.
A posteriori me doy cuenta de que podía haber salido indemne de la situación fácilmente. Por ejemplo preguntando qué puñetas hace un hombre sólo en la sección de ropa interior femenina o lo que hubiera sido más sencillo, haciéndome pasar por rumana que no habla ni papa de español.
Pero claro, en su lugar digo:
- Hola Ex. – Risa nerviosa – Yo yo ya me iba…

Una, que tiene mucha dignidad, ni se molesta en contestar y avanza hacia la caja donde la dependienta tiene a bien sacar todos y cada uno de los sujetadores para colocarlos perfectamente doblados en la bolsa agitándolos en el aire previamente como si fueran banderas, proceso que continua con las braguitas. Creo que en ese rato me dio tiempo a contar las puntadas del zapato cuatro veces.
Y todo para que, acabada la operación, ambos salgamos escopetados para evitar tener que tomar algo juntos. ¡Puñetas! Entonces ¿para qué me has sacado de mi montón de lencería donde estaría aún rebuscando feliz?
¡Hombres! Quien les entienda que se los quede.
3 Comentarios
A mi me pasa igual que a ti, Ana, a los hombres ni los entiendo... por eso me gustan las mujeres... (que tampoco las entiendo pero por lo menos están güenorras, oyes).
ResponderEliminarBesotes...
Te re-respondo desde mi rincón:
ResponderEliminarAna, Anita, Ana (tiene pinta que, a partir de ahora, todas mis respuestas a ti van a empezar así...) esto es como la primera vez que me compré unos zapatos deportivos y mis conocidos, acostumbrados a verme con zapatos más formales, dijeron que no me pegaba mucho. Ahora, cada vez que me compro unos deportivos nuevos todo son "que guapos, que bien te quedan, que moderno vas"...
Que me gusten, yo que sé, las películas de Spiderman o X-Men o comedias de Ben Stiller (tengo pendiente Tropic Thunder, a ver si este finde...) no quiere decir que no vea este tipo de cine. Algunas de mis películas favoritas son "El Hundimiento" (me fascinó) y "La Vida es Bella"; claro que también paso por "La Máscara", "El Club de la Lucha", "Cyragno de Bergerac" y un largo etcétera...
Si es que tienes que conocer más a los hombres, que luego te los encuentras en las rebajas y pasa lo que pasa!!
Besotes...
Jajaja, me parto... yo tengo una situación menos comprometida en cuanto a objetos íntimos se refieren. La mía es de ir a una cafetería a tomar algo con el actual (marido en este caso) jajaja, y entrar por la mesa mi ex con un amigo y sentarse en la mesa de al lado... fue imposible tomarme el café porque tenia unos ojos que me miraban sin descanso... el peor café de mi vida!!! jajajaja
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