Bueno, la cuestión es que el martes 24 asistí a los desfiles de la Madrid Fashion Week , osea, a la Cibeles de toda la vida de Dios. Allí estaba yo como un clavo por la mañanita temprano haciendo caso omiso de los consejos estéticos de mi especialista en moda, usease, Bea, que me increpó para que me fuera de compras y a la peluquería antes de este acontecimiento de fama internacional. Mi pregunta es si ella pensaba que iba a desfilar yo para tener tanta preocupación estética al respecto.
Así que yo, fiel a mi estilo auténtico pasee mi fashionista abrigo inglés y mis recién estrenados pantalones de saldo irlandeses intentando por todos los medios que lo único que mirasen los enchufados que me rodeaban fuera mis gafas Doce & Gabbana.
Cuando vi la fauna que se reúne en un desfile me di cuenta de que era muy posible que pudiera pasar por una periodista resentida que quiere maltratar las colecciones del día. Todos los “niños histéricos” soltados en plan excursión por escuelas de moda o papis ricos que poblaban el recinto con o sin invitación (casi peor son los segundos) me enervaron hasta el punto de querer tirarles la revista de Ana Rosa a la cabeza.
Os pongo en antecedentes. Cibeles se hace en IFEMA (justo al mismo tiempo que la feria del deporte y del aire acondicionado, ¿Así se puede hablar de glamour?) Tienen un pabellón reservado, en el centro están las dos pasarelas: Cibeles (la pija) y Neptuno (La trendy). Alrededor montan lo que ellos llaman Ciberespacio pero que en realidad no es más que una especie de ExpOcio de la moda – sustitúyase moda por revistas. Cada stand tiene a bien obsequiar a los visitantes (todos siempre con invitación ya que no se compran entradas) con revistas y objetos varios que van desde agua, palomitas o cafés.
Por este miniespacio pululan sobretodo jovenzuelas con ínfulas de llegar a ser diseñadoras que usan adjetivos tan ornamentados que, posiblemente, sean inventados, mirando por encima del hombro a todo el mundo y rechazando los “jugosos” obsequios para no desmejorar su estudiado aspecto con una tonelada de papeles que no van a leer (eso en el caso de que alguna supieran leer). Yo, como periodista experta en mis años de rodaje he aprendido una cosa: ¡COGE TODO LO QUE SEA GRATIS! (Y si puedes coger dos mejor). Por lo que me equipé con unas bolsas de Yo Donna para rellenarlas con el Telva, el Hola, Elle, la Revista de Ana Rosa y toda aquella basura que me fueran ofreciendo en mi camino desde la entrada hasta el desfile. El resultado es bastante obvio, acabar con una desviación de columna y dolor de brazo.
Pues bien, fauna a parte son las modelos. Esos seres esmirriados y escuálidos que pululan por las pasarelas. Un desfile dura cerca de diez minutos (hagan cuenta de los cachés de estas niñas). Lo que en la tele se ve tan original en vivo y en directo queda la mar de raro. Es como si las pobrecillas caminaran hasta la cadera normal y luego se reclinaran en una hamaca con el resto del cuerpo. Con esta antianatómica postura y los tacones de los zapatos (normalmente varias tallas más grandes) es normal que haya accidentes. Calculando he decidido que con una de mis piernas se pueden hacer tres modelos. No quiero decir tres de sus piernas, me refiero a seres vivos enteros con sus bracitos y sus cabecitas. Una cosa exagerada.
En el desfile puse en funcionamiento mi única neurona pensante para recordar las enseñanzas de Daphne Guinness (sabía que ella me sería útil en algún momento) así que ignorando el sitio asignado avancé hacia las primeras filas del desfile para honrarla a ella y a toda su raza de Front Rows – eso y que en las primeras filas dan bolsitas con regalos, vaya.
En esta privilegiada posición vi cuatro desfiles, dos en la Cibeles y dos en Neptuno: Toni Francesc, Maria Barros, El Delgado Buil y Krezia Robustella. Aprendí mucho de las chicas sentadas justo detrás de mí que, a pesar de creerse ideales, iban vestidas del Zara. Cosas y consejos superútiles para poder escribir las piezas:
- Si algo no parece una camisa pero es una camisa puedes definirlo como “Arriesgado patronaje”.
- Si los colores hacen daño a la vista son “Tonos eléctricos”.
- Si el diseñador tiene claros problemas de daltonismo que le impiden combinar los colores hablaríamos de “un arriesgado uso de los contrastes”.
- Si es una horterada es “divertido y original". Si es un peñazo “sobrio y elegante”.
Después de esto querido lector tú también eres un experto en moda.
Así, con mucha “lectura ligera” y mi nueva especialidad como Carrie Bradshaw, superperiodista de eventos VIPS, me despedí de Cibeles preguntándome en qué otro evento surrealista acabaré.
2 Comentarios
Pues mira en lo primero sí que coincidimos tú y yo: me da mucha pereza maquillarme a diario... ejem!
ResponderEliminarBesote.
Ana querida, eres un genio!!! será por eso que me fascinan tus blogs y me caes tan rechulamente bien!!!!
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