
Cuando has crecido con un muñeco y te reencuentras con él al cabo de algún tiempo no puedes evitar esa sonrisa de medio lado que te dan los recuerdos que vas atesorando. Después de visitar la pequeña exposición y los tesoros que guardaban en sus vitrinas las coleccionistas Ana María Sánchez y Belinda Serra.
Es ir recordando juegos de la infancia, esa Blancanieves con los enanitos de colores que acababas perdiendo con mucho disgusto, la esquiadora que paseaba tu hermana por el pasillo y que fue la última Barriguitas que llegó a casa porque ya eramos "mayores", el Barriguitas rojo que parecía un demonio que te regaló un tío en una visita cualquiera... Creo que esas vivencias son compartidas por casi todos los que nacimos allá por los ochenta. Y me da pena afirmar que, teniendo en cuenta la variedad de juguetes de hoy en día, no tendrán nuevas generaciones que ya han vivido en un mundo globalizado donde si algo te gusta lo puedes comprar aunque sea de importación y casi se convierte en exclusivo.

Por eso dejar que niños pequeños vean las muñecas de nuestra infancia y a la vez disfruten de una fiesta dedicada a ellos es una cosa que me parece entrañable. Y pueden echarle la culpa a la época navideña que me vuelve ñoña o simplemente solidarizarse con mi pensamiento.

¡Felicidades Barriguitas!
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